Este viaje no es un viaje más, es una peregrinación, por lo que tiene unas características especiales. La peregrinación se define como “el viaje que se hace a un lugar santo”. Son las características principales del peregrino el ánimo y el compromiso religioso. En este sentido, caben múltiples expresiones de lo que se entiende por peregrinar, pero nosotros os ofrecemos algunas:
- Peregrinar al Hermitage es profundizar en nuestra experiencia de encuentro con Dios.
- Peregrinar al Hermitage es sentirse comunidad marista: en familia, hermanos y seglares, sencillos, en torno a María.
- Peregrinar al Hermitage es acercarse a los orígenes maristas para conocerlos mejor, dejarse llenar de su fuerza evocadora e interpelar por su mensaje.
- Peregrinar al Hermitage es recoger conocimientos de Marcelino y los primeros hermanos para comprender mejor su vida y la respuesta que dio en su momento histórico.
- Peregrinar al Hermitage es confrontar nuestra historia marista personal con la de María y Marcelino.
- Peregrinar al Hermitage es profundizar en la experiencia de oración de cada uno.
- Peregrinar al Hermitage es crecer en la vida compartiendo nuestro proyecto de vida con otros que viven lo mismo.
- Finalmente, peregrinar al Hermitage es vivir con ilusión cada momento, es disfrutar de cada detalle y, sobre todo, es empaparse de la experiencia de una persona llena de Dios como lo fue Marcelino.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, los objetivos que nos marcamos para este viaje son los siguientes:
- Acercarnos a la persona de Marcelino Champagnat y su carisma en la Iglesia.
- Compartir y crecer en la vivencia de la espiritualidad marista.
- Revivir, en contacto con las fuentes, las intuiciones que vivió Marcelino y descubrir lo que el Señor nos pide a hoy a cada uno de nosotros.
- Conocer los orígenes maristas: lugar de nacimiento, fundación, vida y muerte de San Marcelino Champagnat, pudiendo realizar visitas guiadas a los lugares maristas.
- Celebrar y orar juntos.
- Ahondar en nuestra experiencia personal de encuentro con uno mismo y con los demás.
Sin duda estos días han sido una experiencia que ha marcado nuestro ser cristiano, educador y marista.
Iñigo García Blanco