El curso 2020-21 comenzaba con muchas incertidumbres: ¿Cómo nos adaptamos a una situación tan extraña? ¿Cómo planteamos las clases online? ¿Cómo dividir los espacios en el centro?... Y así, hasta un largo listado de inquietudes. Y entre todas ellas, una nos martilleaba insistentemente: ¿Cómo realizar la acción pastoral en tiempos de pandemia?
El reto de este curso nos ha dado una excelente oportunidad para actualizar algunas de nuestras actividades pastorales, especialmente en lo que se refiere a la celebración de los tiempos fuertes del año. Durante todo el curso hemos diseñado los momentos celebrativos partiendo de tres principios básicos:
Interactividad: utilizar los recursos tecnológicos disponibles para “entrar” en las aulas, e incluso trascender los límites físicos del colegio para llegar a toda la comunidad educativa.
Lenguajes: ir a donde los jóvenes están implicando adaptarse a sus nuevos lenguajes orales y visuales, acercarnos a su forma de ver el mundo y relacionarse con Dios.
Creatividad: mirar al pasado para mantener nuestras referencias, pero perdiendo el miedo a ser innovadores y explorar nuevos modos de animar la acción pastoral, superando el herético, pastoralmente hablando, “siempre se ha hecho así”.
El balance que hacemos de un curso tan complicado es positivo. Nuestro objetivo principal, más allá de la acción pastoral explícita, era estar presentes entre nuestros alumnos, educadores y familias. Y creemos que hemos sido capaces de cumplir ese objetivo con creces. Ahora acaba el curso y ya nos planteamos el reto para la vuelta de verano: ¿cómo seguir avanzando en esa presencia cercana y creativa con toda la comunidad educativa? Confiamos en el ejemplo de Marcelino y el acompañamiento de la Buena Madre para completar ese nuevo reto.
Jorge Isidro, colegio Maristas Chamberí