El pasado septiembre iniciábamos el curso que está a punto de acabar con una invitación: “despierta”. Han sido muchas las llamadas y actividades, a pesar de las dificultades y adversidades, que durante este tiempo nos han mantenido despiertos y atentos para descubrir en nuestro entorno la realidad de nuestro mundo y las riquezas y necesidades de aquellos con los que convivimos diariamente.
Acaba junio, acaba el curso y acaba “Despierta”. A ver qué se les ocurre a los maristas para el próximo curso... Pues no. “Despierta no acaba”. Una de las metas u objetivos era crear en cada uno de nosotros una actitud, un hábito de estar atentos, ser sensibles ante los acontecimientos y las personas con las que convivimos para entre todos crear un mundo más acogedor, más sostenible, más humano, donde todos podamos vivir en paz y armonía con nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno.
Acabamos de celebrar el mes de mayo, mes especial para todo el que se siente marista (hermano de María) y la fiesta de San Marcelino, dos personas que fueron modelo en eso de estar despiertos para dar res-puesta a las necesidades de la gente con la que convivían: María ayudan-do a su prima Isabel, en Caná, en el Cenáculo... Y Marcelino, desde aquel encuentro con el joven Montagne toda su vida fue un sinvivir por sus hermanos y por los niños y jóvenes que encontraba en su caminar.
Comenzamos el verano y con él las vacaciones -¡ojo, que sean para toda la familia!-, tiempo propicio para el descanso y también para poner en práctica lo vivido durante el curso. Como nos dice el Papa Francisco hablando de las vacaciones, sé valiente: no tengas miedo de soñar a lo grande, de hacer realidad tus sueños, de vivir despierto.
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